El día fue extraño. Amaneció radiante, primaveral, pero a medida que iba transcurriendo el día y que se iban escuchando noticias como que se fue oscureciendo, empezó a nublarse, e incluso en la noche ya estaba lloviznando, hacía frío cosa que no era muy común Casi invernal. Como un augurio.

Lo pase deambulando. En busca, como esperando de la resistencia armada que nunca fue, y que no existió, porque todo estaba totalmente desarticulado.

El trauma que significó: de un día para otro, cuando todo estaba a concho, viviéndose las 24 horas del día, en que estabas o en una reunión o en el centro de alumnos o estudiando o haciendo una actividad, de un día para otro, te dicen se acabó, y te dicen todo lo que hacías es malo, si lo haces vas a ser fusilado, y que, todos tus dirigentes son unos bandidos, son terroristas, están todos siendo perseguidos.

Esa semana se fue de casa en casa, ya se percibía lo que venía. Posteriormente vinieron los allanamientos, persecuciones, puntos fijos afuera de casa, seguimientos, el teléfono intervenido siempre.

Yo realmente ahora pienso, con los años, cómo lográbamos dormir; cómo lográbamos al día siguiente levantarnos y salir; cómo no terminamos locos

De ahí para adelante la vida cambió el cien por ciento, te dieron vuelta el mundo. Y todo lo demás ya sabido muerte, torturas, encarcelamiento exilio, cesantía y todo tipo de expulsiones dependiendo del lugar en que te manejabas

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